La llegada de un hijo a la familia es un hito trascendental, que lo cambia todo y para siempre. Nace un hijo, nace una madre, un padre, hermanos mayores, abuelos, tíos. Nace un amor infinito. Así también, la vida familiar se revoluciona, se van creando nuevas rutinas, nuevos espacios, tareas, responsabilidades, preguntas.
Las madres recibimos a este bebé que además de todo lo positivo, puede venir acompañado de muchas dudas, confusión y hasta culpas ¿lo estaré haciendo bien?. El cansancio y la falta de sueño también son invitados infaltables en la nueva vida. Así, la maternidad se va abriendo espacio en un camino lleno de amor, alegría y satisfacciones, pero a la vez de muchos desafíos para los que no siempre nos sentimos preparadas, dudamos y muchas veces nos cuestionamos (aunque lo estemos haciendo bien).
¿Quién soy como mamá? ¿Dónde está mi antigua yo? ¿Cómo construyo esta nueva versión de mi misma?. Quizás te has hecho alguna pregunta similar a estas. La maternidad trae una tremenda transformación de ti misma y tu vida, lo que por menor o mayor tiempo, puede provocarte diversas emociones. La energía que se invierte en la crianza de los hijos es mayúscula, y por momentos puedes sentirte cansada, tensa o sobrepasada por el intento de satisfacer las necesidades de tu hijo (además de las propias), e incluso tratar de descifrarlas. Todo esto es esperable, pero particularmente difícil de sobrellevar si falta el apoyo. Si a todo esto le sumamos el rápido y a veces alocado ritmo de la vida con hijos, entonces se hace necesario criar en compañía. Tú debes cuidar a tu hijo y seguir desempeñando tus roles, pero ¿quién cuida a la mamá?.
Existe una conocida frase que dice que “para criar se necesita una tribu entera”.
El apoyo a la madre y la maternidad es un aliado fundamental para este camino. Sirve para brindar seguridad y estabilidad. Existen estudios que muestran que las madres con mayor apoyo social tienen una mejor salud mental, ya que el apoyo es un promotor de bienestar y un factor que protege de trastornos en esta área.
Es una necesidad sentirse acompañada, apoyada, sostenida y asistida. Si por algún momento te has olvidado de ti, considera que cuidarte a ti misma, significa también cuidar el bienestar de tus hijos. Si tú estás bien, podrás cuidarlos de mejor manera. Contar con apoyo te dará el espacio tan necesario para el autocuidado, con algunos tiempos de descanso y disfrute personal.
¿Sabes?, no tienes que poder con todo, ni menos hacerlo al mismo tiempo. Pedir ayuda es válido y necesario. Cada mamá es diferente y puedes sentir que necesitas más o menos apoyo que otras mamás. Tu experiencia es única, basada en tu historia, tus deseos y tus recursos, no te compares. Busca el tipo de apoyo que te entregue tranquilidad y confianza, y que te permita ser tú misma. No olvides que al ser mamá no dejas de ser tú. Permítete maternar acompañada, en conexión contigo misma y con tu esencia.
Carolina Rubio Morales
Enfermera, Mg.
Consejera de Lactancia, Doula, Guía de Masaje Infantil
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