Probablemente la mayoría de las mamás hemos escuchado hablar sobre la mastitis, pues es uno de los desafíos asociados a la lactancia más conocidos y que se presenta frecuentemente. Este término se refiere a la inflamación de la glándula mamaria, con o sin infección. La mayoría de los casos de mastitis aparecen durante las primeras seis semanas posterior al parto, y con mayor frecuencia aún entre la segunda y tercera semana, sin embargo, puede presentarse a lo largo de toda la lactancia, incluso durante el destete si se realiza abruptamente.
¿Cómo puedo reconocer una mastitis?
Los síntomas de una mastitis son muy parecidos a los de una gripe: fiebre >38°C, escalofríos, dolor de articulaciones y malestar general. A esto se pueden sumar otros signos localizados en la mama: dolor en el pecho, aparición de una zona enrojecida que puede estar caliente, inflamada y sentirse dura.
¿Qué debo hacer si tengo una mastitis?
Contacta a tu equipo de salud para recibir orientaciones específicas para tu situación. Muchas mastitis comienzan a disminuir sus síntomas a las 24 horas o se resuelven espontáneamente alrededor de 48 horas desde su inicio. De no ser así, tu médico o matrona te podrá indicar el tratamiento adecuado.
Paralelamente, es fundamental vaciar con frecuencia el pecho afectado y la forma más efectiva de hacerlo es a través de la succión de tu bebé. Puedes buscar una posición donde su mentón quede sobre la zona afectada, ya que esto ayuda a la salida de la leche de ese sector (al mamar hace una especie de “masaje” con su mentón). Otra recomendación es iniciar las tomas por el pecho afectado y hacer masajes desde la zona comprometida hacia el pezón. La aplicación de calor no se recomienda, ya que puede contribuir a un mayor crecimiento bacteriano. También puedes extraer leche con ayuda de un extractor, aunque siempre la succión de tu bebé será más efectiva. El consumo de la leche del pecho con mastitis no tiene ningún riesgo para tu bebé. Algunos niños pueden rechazarla debido a un leve cambio de sabor, pero no es dañina para ellos.
¿Cómo prevenirla?
La acumulación de leche en el pecho es el principal gatillante de la mastitis (ya que permite la proliferación de bacterias). Por ello, para evitarla se recomienda: pecho a libre demanda sin tiempos rígidos para cada toma, evitar suplementos de fórmula innecesarios, extraer leche si por algún motivo suspenderán tomas y sientes el pecho lleno, evitar el uso de ropa ajustada o posturas prolongadas que presionen el pecho. También es importante que consultes a un profesional capacitado en lactancia si presentas problemas de acople, grietas u obstrucciones de conductos, pues a futuro pueden favorecer el desarrollo de una mastitis y son situaciones que pueden corregirse con apoyo y no debes “aguantar”. Por último, pero no menos importante: el descanso materno y reducción del estrés son fundamentales. Recuerda que el autocuidado es esencial para tu bienestar, y si tú estás bien, podrás cuidar de mejor manera a tu bebé.
Carolina Rubio Morales
Enfermera, Mg.
Consejera de Lactancia, Doula, Guía de Masaje Infantil
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