En el último tiempo, el masaje infantil se ha hecho muy conocido, por lo que se habla de “la moda” del masaje infantil. Sin embargo, esta es una técnica muy antigua, con origen en la India, desde donde fue compartido al resto del mundo por figuras que hoy son íconos del masaje: Vimala Schneider y Frederick Leboyer (obstetra).
Lo que hace tan especial al masaje, son los potentes efectos que tiene en tu hijo el contacto con tus manos y en quien lo realiza: mamá, papá, hermanos. En tu bebé puede generar relajación, activación, estimulación sensorial y psicomotora, y ser un vehículo para fortalecer el vínculo entre ustedes. Los bebés necesitan el contacto amoroso, ser tocado es tan importante, que se considera esencial para el desarrollo físico y psicológico, tanto en humanos como en otros animales. En palabras de Ashley Montagu (antropólogo): “la gente no se da cuenta que las primeras comunicaciones que recibe un recién nacido, el primer lenguaje de su desarrollo, se realiza a través de la piel. Si uno fuera consciente de este hecho ofrecería al niño toda la estimulación cutánea necesaria.”
Una sesión de masaje comunica amor y seguridad a tu hijo, y es una buena herramienta para la relajación, ya que combina el contacto piel con piel junto a elementos como tu mirada, tu olor y tu voz (o del padre), provocando la liberación de sustancias relajantes como endorfinas y la oxitocina, la “hormona del amor”. Los beneficios también los recibes tú, al participar de un momento especial de conexión y comunicación que genera una sensación de relajación, satisfacción y confianza en tu capacidad de maternar, ya que vas aprendiendo a leer las señales de tu bebé mientras te vas habituando a este ejercicio: cuando algo le gusta, le incomoda, o no quiere seguir. A tus hijos mayores, participar del masaje también puede ayudarlos a adaptarse en el rol de hermano mayor, invítalos a integrarse.
Antes de realizar la técnica, prepara todo lo que necesites (pañales, una manta, crema o aceite vegetal para masajes, ropa de recambio, etc) y busca un lugar templado, sin corrientes de aire. No existe un momento del día específico para realizarlo, aprovecha cuando veas a tu bebé alerta y tranquilo, sin hambre ni sueño y cómodo. Es ideal que tú también estés relajada, para que puedas transmitirlo a través del toque de tus manos. Puedes hacer un breve ejercicio de respiración antes de comenzar para liberar tensiones y concentrarte en ustedes. Inicia colocando tus manos limpias, sin movimiento sobre el cuerpo de tu bebé (“manos que reposan”) y pidiendo permiso para comenzar. Esto te permitirá percibir si está dispuesto a ser tocado en ese momento. Luego, puedes comenzar por los pies y avanzar por distintas áreas de su cuerpo realizando los masajes.
Ten presente que cada niño es único, no todos se sienten a gusto con un masaje en todo su cuerpo. Según su historia, edad y preferencias puede que tu bebé no disfrute el masaje en ciertas áreas, que se impaciente antes de terminar o que quiera jugar mientras lo masajeas. Parte de la esencia del masaje es el respeto hacia tu hijo, por lo que si ves que no está a gusto con algo, no lo fuerces. Intenta otro día, en otro momento o definitivamente evita ciertas áreas. Concéntrate en disfrutar del momento, más allá de realizar una secuencia estricta de movimientos. Permítase un tiempo de aprendizaje y adaptación al masaje, de a poco empezarán a disfrutar este arte que surge de las manos y el corazón y que permite responder al lenguaje de tu hijo con amor y una escucha respetuosa.
Carolina Rubio Morales
Enfermera, Mg.
Consejera de Lactancia, Doula, Guía de Masaje Infantil
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