Una de las áreas donde más investigaciones y estudios existen es en la alimentación de los niños, pero ¿Qué hay de sus madres?, en esta oportunidad nos enfocaremos en ustedes, la pieza más importante de la familia, la persona más influyente en la vida de las personas, las mamás.
A pesar de que existen excepciones, la gran mayoría de las mujeres que son madres o cuidadoras de niños pequeños priorizan la alimentación de ellos dejándose en segundo lugar y esto no siempre es sinónimo de bienestar. Para comprenderlo mejor debemos entender primero que es lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando sentimos hambre y procedemos a comer. Al sentir hambre, el estómago comienza a sintetizar una hormona llamada grelina. Esta hormona viaja hasta el hipotálamo ubicado en el cerebro y activa un grupo de neuronas que sintetizan varias sustancias. Entre ellas, el neuropéptido Y (NPY). En conjunto, éstas desencadenan la sensación de hambre. Nos indican y avisan de que debemos comer. Otra de las señales que intervienen en el aumento de la sensación de hambre es el nivel de glucosa en sangre, específicamente cuando está baja.
Una vez que comenzamos a comer, irá apareciendo la sensación de saciedad gracias a sustancias liberadas en nuestro intestino como respuesta al contacto con los alimentos. Es el caso de la colecistocinina (CCK) o el péptido YY (PYY), entre otras. Su objetivo es inducir señales de saciedad en el hipotálamo para detener la ingesta de alimentos que se está llevando a cabo. Además, mientras aumentan los niveles de glucosa plasmáticos, como consecuencia de la ingestión de alimentos, se secreta la insulina. La hormona también actúa sobre el hipotálamo para que éste favorezca la sensación de saciedad.
Comprendiendo esto, debemos saber que es muy importante llevar una rutina que incluya un horario fijo en el cual se respete el momento de comer, un momento especialmente único y necesario, en el que se dé el espacio para comer disfrutando los alimentos, masticarlos y no tragarlos en 5 minutos, en definitiva, un momento en el cual predomine la tranquilidad y no se asocie a un momento rápido o de estrés.
No ignoremos que la ingestión de alimentos no solo tiene un control a corto plazo, sino que también lo tiene a largo plazo. Aquí interviene otra hormona llamada leptina. Esta se sintetiza en el tejido adiposo y tiene una acción inhibidora del apetito. De forma sencilla, cuando ganamos peso por incremento de tejido graso, aumenta la secreción de leptina, que llega al hipotálamo. Aquí, esta hormona disminuye la actividad de las neuronas que generan la sensación de hambre. Y, al contrario: cuando perdemos peso, disminuyen los niveles de leptina y se activan las neuronas activadoras del apetito.
Dicho esto, y entiendo que muchas veces el comer después del rato y hacerlo rápido, no es por querer, sino que es por falta de tiempo o priorizar a nuestros hijos les dejo una serie de tips para considerar y comenzar a darnos el espacio que merecemos:
1) Preparar alimentos para toda la familia y no separarlos en: comida para niños y comida para adultos. Esto disminuirá el tiempo que utilices en cocinar. Si el niño es muy pequeño y come papillas, utiliza los mismos ingredientes de su comida para preparar la comida de los más grandes.
2) Preparar las verduras para «llegar y sacar», es decir, dejarlas previamente lavadas, cortadas y almacenadas como corresponde para luego agilizar la preparación de ensaladas, cremas o papillas que las incluyan.
3) Procurar comer todos juntos en la mesa, tus hijos y tú, a pesar de la edad que puedan tener, de este modo sólo tendremos minutos de desfase entre su hora de almuerzo o cena y la nuestra.
4) Enseña a los niños desde pequeños a disfrutar del momento de comer en familia, apaga televisores y celulares. Si el niño o niña ya tiene la edad suficiente hazlo partícipe de este proceso, puede hacer pequeñas tareas como poner las servilletas en la mesa, revolver las ensaladas, etc.
5) Date el tiempo que mereces para disfrutar de la comida, es un momento único e individual, si respetamos horarios crearemos un hábito y favorecemos el equilibrio hormonal.
Por último, no olvidemos que nuestra propia alimentación y la forma que tenemos de hacerlo es el ejemplo que le estamos dando a nuestros niños. Los niños son imitadores y ellos aprenden observando con atención todo lo que nosotros hacemos y decimos. Recuerda que antes de ser madres somos mujeres y nuestra nutrición y salud es igual de importante que la de nuestros seres queridos.
Javiera Canales
Nutricionista
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