Hoy he viajado en el tiempo para poder escribir, reviviendo el deseo de ser madre y la llegada de esa hermosa y pequeña vida a mi vientre. Me miro y veo emoción, alegría, ilusión, amor, incertidumbre, algunos temores. Mis expectativas para ese periodo eran continuar con un ritmo parecido al habitual y realizar muchas actividades relacionadas con el embarazo, verme radiante, pura felicidad. Y sí, fue una etapa maravillosa, de mucho amor y disfrute para nuestra familia de dos en espera de nuestra hija. Conocí otras mujeres en la misma etapa de la vida y eso fue muy significativo y hermoso.
Pero también me fui encontrando con náuseas “matutinas” que duraban todo el día, vómitos que a veces me sorprendían sin alcanzar llegar al baño, días de labilidad y llanto fácil. Muy de a poco empezaba a sentirme más “mamá” y aparecían temores, sobre todo al parto, ¿sería fácil? ¿difícil? ¿Qué tan doloroso puede ser? ¿Y si me pasa algo a mi, o a mi hija?. También me cuestionaba en mi sentir más íntimo, porque a pesar de mis inmensas ganas de ser madre, me dolía dejar ir a esa mujer que entonces creía ya no volvería a ser, esa que podía hacer lo que quisiera, a la hora y por el tiempo que quisiera, sin pensar en un “otro” que dependía completamente de mi.
Luego, una amenaza de parto prematuro, hizo crecer mi miedo e incertidumbre y sentí una necesidad urgente de ser cuidada por mi madre. Empecé a entender que al convertirme en mamá algo también se removía en la relación con mi propia madre. Un poco lábil y sorprendida comencé a entender las necesidades de la mamá que está por nacer y la mamá recién nacida, cosa que jamás había reflexionado antes. Abría los ojos a un nuevo mundo.
Mamá recién nacida
Al fin llegó el día y todo ocurrió tranquilamente, aunque si volviera a vivirlo lo haría desde un rol más protagónico y decisivo. Todo superó mis expectativas: lo bueno y lo no tan bueno. Viví los primeros días maravillada por mi hija, momentos sublimes, incomparables, pero con cansancio, falta de sueño, dudas, ¿está todo bien?. La situación era distinta a lo que había imaginado, habían momentos en que me costaba calmarla y quería hacerlo bien, me sentía como una leona “la mamá soy yo, yo debo calmarla”. Quería que me cuidaran, no quería estar sola, pero quería nuestro espacio íntimo, las dos y los tres. Estaba sensible, lloraba y sentía que era más complejo de lo que esperaba, ¿cuánto tiempo va a durar?. Me costaba encontrar un espacio para mi y extrañaba con el alma a esa mujer “libre” de antes. Pero van pasando las semanas y los meses y todo empieza a reorganizarse, a tomar forma y lugar, sale un gran sol y comienzo a disfrutar de esta nueva vida. Así con encantos y desafíos fuimos haciendo camino.
Mi segundo embarazo, un nuevo desafío
Pero a la historia le faltaba algo de acción nuevamente, y vivimos un segundo embarazo pensando que sería más “tranquilo” al ser un proceso ya conocido, sin embargo, nos enfrentamos a otros temores: el contagio en medio de una pandemia. Habiendo vivido ya un parto, tenía muchas expectativas sobre ese momento, tenía muy claro lo que quería y lo que no. Pero la vida nos tenía preparada otra cosa, y nos sorprende con un nacimiento cinco semanas antes de lo esperado. ¡Adiós expectativas nuevamente!, pero bienvenida la experiencia que se adaptó a mis deseos y necesidades dentro de lo que más se pudo. Esta vez, más preparada para el puerperio, me sentí “gran-diosa” y llena de energía. Aún recuerdo las palabras de amor de una amiga, que me llamó “puérpera poderosa”.
Y como cada crianza tiene sus desafíos, esta vez nos vimos enfrentados al temor por una posible (y luego confirmada) alergia alimentaria: nuevos miedos, nuevos aprendizajes y de a poco a la calma una vez más. Y así, con altos y bajos hemos continuado este bello recorrido.
Mi conclusión de todo esto es fluir sin aferrarse a las expectativas y vivir el día a día. Lo bonito se disfruta y de los desafíos se aprende. La clave es tener claro lo que quieres y cómo lo quieres y vivir este camino en conexión contigo misma, con amor y en compañía.
"El tiempo en la crianza pasa muy lento y muy rápido a la vez, cada momento compartido es un regalo de una infancia que jamás volverá."
Carolina Rubio Morales
Reserva tu evaluación personalizada
Sólo te tomará unos segundos, se te confirmará la atención según disponibilidad de nuestros especialistas.